martes, 6 de diciembre de 2011

Rutinas

Ella se revuelve en la cama, su cuerpo se tensiona, se eriza, le llama, le reclama
él despierta en su mañana, los ruidos, las primeras luces, se sacude, se levanta.
Ella se acaricia la espalda, se muerde las ganas, susurra su nombre sin calma;
él desayuna, se masturba, se ducha, se afeita, se larga.
Ella se moja, se acaricia, la ausencia la desgarra
él vende, factura, promueve, la extraña
Ella encendida se toca, se penetra, se sangra;
él se aburre, la piensa, la odia, le llama.
Ella bosteza, se rinde, descansa; 
él deambula, da vueltas, inventa y se cansa.
Ella se entrega, se pierde, a la noche se consagra; 
él espera, posterga y las horas alarga.
Ellos se viven, se sienten, se extrañan.

martes, 22 de noviembre de 2011

Mala conversación

- Has vuelto a fumar - Dice el chico que la ha seguido hasta la banqueta del patio donde la algarabía de la fiesta no les llega.
- Nunca lo dejé - responde la nena con tono seco y desganado.
- ¿nunca?
- Nunca. Cuando estábamos juntos no fumaba antes de verte y si ibas a casa, lo hacía mucho antes de que llegaras; no sabes lo que hubiese dado por un cigarro después de nuestros episodios de cama.
- Hipócrita
- Pendejo
- ¿Y el flaco que has traído esta noche quién es? ¿Acaso tienes un novio?
- Parece que me he comprado un novio en rebajas, pero ¿A vos qué?
- A mi nada, no creas que me importa mucho. Sólo que parece joven e inteligente, no va mucho con tus gustos
- He cambiado de gustos. Después de probar con los de tu estilo pocas ganas me han quedado para rarezas.
- ¿Y este va en serio? He escuchado que ahora eres un poco ligera.
- ¿ligera? ¿Es un sinónimo de ser puta, putisima?
- No finjas que te has ofendido, los dos sabemos que te gusta lo que eres.
- Si, es verdad. Me gusto como soy. Qué mierda vas a saber vos de lo que soy. Demasiado concentrado en sí mismo como para saber de los demás.
- Que amarga estás mujer, que triste, que resignada.
- Parece que todavía te ves reflejado en mi - ambos hicieron una mueca de cansancio. La chica tiró al colilla del cigarrillo gastado y le miró con una fijeza vacía.
- ¿También actúas ahora? ¿ También le mientes a él?
- No. La mentira sólo era un recurso cuando estaba con vos.

jueves, 25 de agosto de 2011

Parentesis

Palabras vacías, risas extravagantes, presencias efímeras, sonrisas perversas, roces que no tocan, lágrimas que reprimes, labios que te muerden, comentarios susurrados, horarios obligados; el café que derramas, los amigos que no llamas, redes que no conectan - te desconectan, ambiciones cercanas, tiempos perdidos, lápices guardados, mentiras que reclamas, excusas que te inventas, imponerse sentimientos, negarse las desnudas verdades, orgasmos fingidos, ganas creadas; la vida que se pierde, te pierdes, la pierdes !Basta!

Me envuelve el silencio que ha traído la calma después de la tormenta, y aunque todo duele esta noche, los días venideros me sanaran para un mañana. La pausa ha dejado todo quieto y mudo a mi alrededor. No hay voces, no hay rostros que hacen muecas que no veo ni presencias que no deseo, no hay nada, no hay nadie. Me ha llegado el momento para decir no más, para levantar las manos ante tanta hostilidad y reconocer que no puedo ni quiero más; me hago a un lado ahora y que la vida continúe sin mi esta temporada porque me voy de vacaciones con mi soledad.
Por unos días no abriré las ventanas, no recibiré visitas, no contestaré ni haré llamadas; guardo mi vestido de las fiestas, los discursos de las tertulias para un después y postergo también las explicaciones que no quiero dar. Necesito "tiempo, abstinencia y soledad"; dejar de correr, inhalar y exhalar, dejar de remar contra la corriente y escucharme hablar en mis silencios. Lamer mis heridas, dejarlas sanar y volver a empezar.

Me retiro por ahora; en la puerta de la habitación dejaré las máscaras, dejaré las mentiras que me he dicho y me han dicho cada día, las cosas que me dañan, postergaré lo que llaman importante; dejaré los imposibles que jamás serán posible, las ganas de cambiar el pasado para dedicarme desde este exilio voluntario a vivir mi mejor presente, dejaré la última mirada del hombre que amo y no me ama o que me ama y no le amo; dejo todo esta noche, me desnudo de mi ante mi y me entrego a esta necesaria soledad.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Esta noche habla por mi

Porque no me da la inspiración, porque tengo rotas las ganas, porque mi página sigue en blanco al intentar hablar de la desnuda ausencia y porque esta vez mis palabras callan, uso al poeta de mis afectos; Jaime Sabines para que diga lo que no sé decir, sólo sentir...


" Espero curarme de ti en unos días. debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me recto tiempo, abstinencia, soledad.


¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se pueden reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.


Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama (tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: "Qué calor hace", "dame agua", "¿sabes manejar?", "Se hizo de noche" Entre las gentes, tus gentes y las mías, te he dicho: "ya es tarde" y tú sabías que te he decía:"te quiero")


Una semana mas para reunir todo el amor del mundo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas . Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón."


(Jaime Sabines. Espero curarme de ti)

martes, 2 de agosto de 2011

Mientras caigo

Desciendo ahora. Voy cayendo dentro de mi constantemente sin caer, sin sentir el sacudon de mi cuerpo liviano destrozándose contra el pavimento y sin lograr detener las confusas imágenes. ¿Dónde voy ahora? ¿He caído? ¿En qué abismo he caído para caer una y otra vez? No duele, no pesa el cuerpo y siento que nada en en el mundo me pertenece y que tampoco yo pertenezco a un todo. Esta sensación no la reconozco, este sentimiento no sé cómo nombrarlo y estas lágrimas que corren por mis pálidas mejillas no me mojan.

Veo los rostros de mis hermanos; sus rostros de tiempos mejores, escucho el eco de esas risas que celebraban días eternos de fiesta y la manera en cada uno de ellos me miró por última vez. Veo a mi madre en la mesa de la cocina repitiendo las mismas anécdotas que le ayudaban a recordar mi difusa niñez, recuerdo sus labios delgados sobre mi frente en aquel beso de la despedida y la frase de cada salida pidiéndole a la virgen que fuera conmigo ¿Acaso iba conmigo aquella mujer desconocida? No lo sé, de ella no tengo recuerdos.

Ahora es oscuro todo. Ahora ya no veo nada en medio del aleteo de sombras; todo es complejo y hace frío. Pero hay murmullos, hay voces diminutas en mi cabeza, hay pequeños demonios que susurran y ríen entre dientes apretados, repiten frases que amigos pronunciaron en parte de este pasado que se cae conmigo ¿Y sus caras? ¿Sus sonrisas?¿Sus miradas falsas y verdaderas? No están ahora mientras caigo, sólo sus palabras repetidas por falsificadores, por duendes del olvido y destierro.

¿Qué siento? ¿Qué duele cuándo nada duele?¿Qué se espera cuando la esperanza ha huido? ¿Qué miedos preceden a la falta de miedo? ¿Cuáles ganas quedan cuándo las tuyas se hostigaron? ¿A qué mirada recurres cuando se ha cerrado el mundo? ¿Qué futuro esperas cuándo se ha muerto tu pasado y el presente ya no es tuyo? ¿Qué vida vives cuándo te ha arrasado la muerte?

lunes, 25 de julio de 2011

Sin un roce mínimo

Salí a caminar en la mañana por el centro de la ciudad. Llevaba un par de días sin volver a la caótica vida del comercio y agitación local, comenzaba a olvidar que al pisar una acera de dicha zona los cinco sentidos se ponen en alerta; es como si se filtrara un sentir multicolor por los poros y las sensaciones van aflorando una a una, van destilando pura vibración, te palpita la cien y por alguna razón el cuerpo se encoge, como esperando que algo suceda, un acontecimiento previsto, un roce mínimo quizá.

Caminé despacio, cual turista en mi ciudad; sorprendida con lo alto que son los edificios que veo siempre, imaginado historias dentro de esas oficinas que se ven desde abajo, preguntándome cuántos mueren en ese hospital que está en la esquina de la Avenida Oriental, escuchando con fascinación el saxofón de quien toca una desconocida canción a cambio de una moneda cualquiera depositada en su viejo sombrero; compro cantidades de caramelos con la única intensión de mirar de cerca el rostro gastado y excesivamente bronceado de los vendedores ambulantes, me pierdo entre quienes pasan junto a mi y me estrujan con brusquedad en medio de la innecesaria carrera por llegar a algún lugar. Sólo puedo encogerme de hombros y sonreír ¿Qué le puedo hacer? Disculpe efímero transeúnte, yo no tengo su afán.

Entré al café de siempre, pedí lo de siempre y me puse a mirar el teatro de la cotidianidad. Miré con atención y exagera curiosidad esos rostros carentes de expresión, esas miradas que resbalan sobre lo que pretender ver sin mirar, esas bocas que se abren con esfuerzo para forzadas formalidades con extraños y esa forma mezquina de evitar al otro, de armar barreras invisibles para evitar un roce cualquiera, un toque que nos ponga al descubierto, un choque entre cuerpos desconocidos que nos deje en evidencia y nos lleve hasta la terrible socialización.

¿Por qué tenemos tanto miedo de mirarnos a los ojos? ¿Por qué nos cuesta tanto sonreirle al otro sin otro interés que ser amables? ¿Por qué la constante necesidad de ser apáticos y aislados? ¿Por qué fruncir el ceño demostrando que nos dolemos por dentro? En la calle la gente tiene miedo de ser gente, tiene miedo de ser devorado por un semejante con sus mismos pesares; tiene miedo de lamentarse a gritos y que le tachen de loco; tiene miedo de ser vulnerable y que el igual se lo coma a mordiscos.

De pronto me sentí triste, tomé de prisa mi café y caminé de nuevo cuidando mis pasos, uno tras otro en línea recta buscando inútilmente la mirada ajena, con la sonrisa suspendida en los labios para quien quisiera hacerme un guiño. Y me cuidé; lamentablemente me cuidé de los empujones, de no chocar, de no alterar los nervios de otro; pude entonces volver a casa sana y salva sin un roce mínimo que me pudiera quebrar.

martes, 5 de julio de 2011

Gira-gira bailarina

Gira-gira opaca bailarina; erguida, templada, contraída y fría baila bailarina.

Gira-gira tímida bailarina en el centro de la tormenta enfurecida; deja tu boca para siempre sellada y no mires a quien te espanta.

No mires ahora bailarina, no te pierdas de vista en el espejo sin reflejo y no grites al silencio.

Le has oído merodear; ha silbado en las noches de insomnio baladas bajo tu almohada que no quieres escuchar, se ha metido en tus sueños para disfrazarlos de realidad y has visto a sus dudas conspirar contra tu apática seguridad, le oyes susurrar mentiras con cara de verdad.

Baila bailarina que se doblan tus rodillas. Erguida, contraída y fría baila bailarina.

Agita los brazos y juega a volar, estira las manos y toca puertas invisibles de cristal.

Gira-gira bailarina, no pierdas el compás, regresa a la nada cotidianidad y sostente arriba hasta que no puedas más, hasta que inventes otra casualidad.

Gira-gira bailarina y no te dejes alcanzar; da más dolor del que puedes soportar y las heridas tardan en sanar. Mira el alma en tus ojos enardecidos para llevarse todas tus voluntades, si abraza quiebra tus huesos y te corta el aire; puede tocarte fuerte, meter sus dedos y que tu sexo estalle, rasgara a mordiscos tu piel, masticará tu carne y lamerá tu sangre.

Gira-gira bailarina. Erguida, templada, contraída y fría baila bailarina

Gira-gira bailarina, no te dejes alcanzar.

miércoles, 29 de junio de 2011

Reflejo

Estaba oscuro y no sabría decir cuándo llegó; creo que había tomado muchas cervezas y comenzaba a ensimismarme, por eso no supe cuando apareció. Quizá ya estaba cuando llegué, no lo sé, pero la descubrí mirándome desde el último rincón del bar; una fijeza escalofriante en su forma de mirarme, una tristeza capaz de conmoverme hasta el agobio. Estaba absorta en mi, extraviada en mi presencia aunque no me notara, traspasandome con sus ojos húmedos y grandes. Al igual que yo, también fumaba con desgano, bebía cerveza y parecía cansada de lidiar con la vida.


Por su apariencia era fácil creer que recién salia de una fiesta pero que no había pasado nada bien; además su vestido me pareció un tanto elegante para un bar de mala muerte como ese. Los labios rojos no eran tan rojos por el lápiz labial, al reparar un poco más supe que sangraba, que los traía reventados y un hilo de sangre se notaba en ellos, me sobresalté un poco y busqué a mi alrededor alguien que hubiera notado su presencia, otro que la observara con la misma meticulosidad que yo, pero todos allí estaban en sus charlitas, en sus brindis y sus tragos amargos de licor sin darle importancia a un extraña refugiada en las ultimas bancas del lugar.


Quise acercarme y preguntar la razón de su pena, secar la sangre en sus labios e invitarle una copa más, quise hacerlo pero me aferre a mi propia melancolía para no hacerlo, me aferré a mi apatía por los pecados ajenos y me recordé que para dramas, el mio bastaba.


Tomé un sorbo más de mi cerveza recalentada y volví a su mirada alerta, esta vez chocó mi mirada con la suya y ambas nos estremecimos, oliamos la mutua miseria, la misma soledad, la angustia de sabernos perdidas en medio de un mundo hostil, la sensación de ser nada ni nadie, de no haber sido un ritual mal visto, estoy casi segura que nos habríamos acercado para abrazarnos y lamer las heridas propias y ajenas.


Una lágrima negra y espesa rodó por su mejilla y la vi abandonarse para caer en sus adentros, la sentí desvanecerse ante mis ojos perplejos, sentí que se alejaba y que seguía cayendo. Me levanté sin previa meditación y di una par de pasos inseguros hasta ella, me supe mareada y tambaleaba mi equilibrio; busqué su mirada y la vi fruncir el ceño, me miraba ahora con desconcierto. Enredé un paso con otro, me fui de bruces al tropezar conmigo misma y caí contra el espejo en que me miraba, supe entonces que no era nadie, no había otra más que yo frente a una imagen que ahora reventaba y caía en mil pedazos al irme contra el acongojado reflejo. Mi reflejo.

lunes, 27 de junio de 2011

Recuerdo

Te recuerdo. La peculiaridad de rostro oscuro permanece en mi memoria inocua al paso de los años, tu mueca fruncida y el diente de plata que refulgía en esa sonrisa de macho satisfecho, me trasladan al tiempo pasado en que te viví y al presente en el que te sigo sufriendo. Recuerdo bien tu olor. Olías a sudor concentrado, a excremento animal, a pantano y a tabaco.


Recuerdo tu acento de campesino, tu solicitud desaprobada de mis piernas abiertas, el susurro de una tu voz gangosa cuando sugerías ansioso la presencia de un amor limpio en el fango en el que me sumergía tus caprichos.


Recuerdo bien tu tacto. Tus manos de jornalero acabado, las recuerdo y las revivo en cada desnudo; cómo me tocaban, el afán con el que recorrían mi cuerpo estremecido, cómo buscabas el despertar de mi pecho plano y tus dedos colándose entre mis bragas para tratar de despertar un placer que estaba lejos de sentir.


Recuerdo el sonido de tus pasos sobre el tablado cuando regresabas después de una extensa jornada, la temprana angustia al saber que el sol se perdía en el horizonte y la noche te llevaba a mi refugio; ya sabía que mis juegos terminaban y que si Dios no escuchaba mis suplicas - casi nunca las escuchaba - pasarías de nuevo a visitar mi debilidad, a besar la comisura de mis labios con la mirada arisca del guerrero agotado que busca su descanso. Tus ojos iluminados cuando abrías mi cuerpo en tensión, sin que importaran los temblores que me invadían sin remedio, temblores propios del miedo y la incertidumbre, como ese miedo resbalabas sobre mi piel mientras me hablabas de amor en un desconocido idioma para mi. El dolor de tu cruenta penetración.


Han pasado años, se supone que he crecido, he vivido algunas historias que seguro ni creerías, he conocido a otros amantes no menos toscos que tu, he ido y he venido, me he contraído y reventado, me he caído y me he levantado, me he perdido y me he encontrado. También me he inventado.


Eso hice campesino de diente de plata, me inventé una mujer que no era para ser la que escribe ahora, para sobrevivir y sobrevivirte.

domingo, 12 de junio de 2011

Simplemente me va

He venido esta tarde a uno de mis bares favoritos en la ciudad. Es un lugar en medio del caos del centro, me gusta el centro porque es la cara verdadera de esta ciudad que llaman "la eterna primavera" Es aquí, en el centro infestado de olores, vendedores ambulantes, prostitutas a punto de la jubilación y niños de la calle donde se respira el aire verdadero, donde se mira a la miseria de una hermosa ciudad que han sabido maquillar quienes la gobiernan.
Pero no pretendo escribir un manifiesto de lamentaciones sociales, sólo mencionaba que el bar que más me gusta está ubicado en una de las zonas rojas de la ciudad, esas donde no llegan las niñas bien y donde el que se crea civilizado es un extranjero. Cerca está el Parque del periodista y desde allá me llega el olor a mariguana, berrinche y sudor; pero estoy en un sitio aparte, en una dimensión desconocida porque si cerrara los ojos e ignorara que en la acera del frente un mendigo mira con hambre la vitrina de los panes, creería que estoy en uno de esos sitios pretensiosos a los que va gente pretensiosa.
Me gusta este sitio porque hay un espejo enorme con un marco dorado frente a la mesa que siempre busco; me gustan los rincones de los bares porque desde allí puedes observar el teatro de las cotidianidades paralelas y ser un espectador casi nulo de las mejores actuaciones humanas;No busco el espejo por mi vanidad ni porque sea una de esas excentricas personalidades que miran su reflejo mientras actúan para sí mismas buscando su mejor ángulo. Vengo a este lugar cuando quiero invitarme a un café o a una copa de vino para charlarme un poco y preguntarme qué tal me va. Ya me he preguntado cómo me va, me he mirado a los ojos y con toda franqueza, la que uno se merece cuando se trata de sí mismo, me he dado una contundente respuesta.
Un enfermo terminal decía que la vida no es para que te vaya bien o mal; es para que te vaya de muchas maneras. Bueno, creo que me va de muchas maneras, creo que mis días se agitan y se mezclan, en las mañanas beso la felicidad y en la noche a la desdicha y todo parece tan absurdo que no me atrevo a cuestionar. De pronto, luego de un éxtasis extremo me encuentro caminando de un lado a otro torciéndome los dedos mientras me contengo no sé de qué y busco respuestas a preguntas que ni he formulado. Pero luego estallan carcajadas de colores y termino llorando pequeñas tristezas repetitivas y entonces respirar me empieza a cansar pero cualquier excusa para continuar en este devenir constante parece válida y todo vuelve a comenzar.
Me va, simplemente me va y parezco acostumbrarme a ese orden de las cosas donde nada se altera pero todo fatiga, donde a veces quiero pero no puedo, donde puedo pero no quiero, donde nada tiene sentido pero el sentido lo es todo y todo hace parte de nada. Si, es de locos, lo sé pero no he inventado yo las eternas paradojas de la vida y tampoco parece que pueda evitar que me vaya de tantas maneras.
Ahora tomo un pésimo café con leche - odio la leche en polvo para el café - estoy exquisitamente existencial y parezco con tendencia a mejorar, es así como me va. Es lo que hay.

sábado, 28 de mayo de 2011

Esta noche no

No. Esta noche no. Anda, vistete que no quiero ni puedo; recoge tus cosas chico de mis vacíos y vuelve a casa, cierra cuando salgas y si quieres llama mañana.




Tengo el cuerpo cansado para las acrobacias que propones, me duele la carne y siento que se rasga la piel; las ganas las dejé colgadas del perchero y olvidé el orgasmo de alquiler. No, esta noche no jugaremos a los amantes que no somos ni fingiremos el sentimentalismo que no sentimos y que a veces, sólo a veces, quisieramos vestir de ese amor que se hizo para que lo conociéramos poco y mal.




No quiero engañar a mi soledad con tu efímera presencia. Esta noche quiero mirarla a la cara, verme en sus ojos tan hueros como los mios y dejar que me arrullé en su frío regazo, bailar el vals de la desgracia con mi amada soledad y susurrarle entre sollozos que no quiero que me deje jamás. Llevate la calentura a otra cama, dale tu cuerpo como bien sabes a una amante de mejores sonrisas, de mejor humedad y mayor sentimiento.


Esta noche no quiero engañarme, no quiero maquillar mis labios tanto como mi miseria mientras vibra mi cuerpo bajo el peso de tu cuerpo y siento que en cada arremetida me empujas al abismo de mis adentros, no deseo que me penetres de la única forma posible porque tu sexo en mi sexo es lo único tuyo que entra en mí; lo demás me roza sin que lo sienta, dejandome intacta por dentro sin remover ni uno de mis cimientos.


No, esta noche no. Anda, regalame una de tus sonrisas y vuelve a casa; abrigate bien que afuera hace frío, está lloviznando y luego vas a enfermar. Anda, dame un beso y un poco de tiempo para volver a usar mi disfraz.


lunes, 23 de mayo de 2011

Dar media vuelta

Me voy.


No puedo decirlo de otra forma, simplemente me voy.


Podría mentir, podría decir que eres un gran hombre, que no te merezco y que te quiero pero prefiero que sepas la verdad; prefiero decir que sí te merezco pero no te quiero y aunque eres un gran hombre, no estoy lista para quedarme.


Nada hizo falta, lo diste todo, diste tanto que no supe cómo contribuirte, me vi obligada a corresponderte y cuando amar se hace obligatorio lo mejor es dar media vuelta y no volver atrás.


Me voy ahora que puedo, ahora que debo, ahora que quiero.


No diré que estaré bien.Quizá esté mal, quizá te extrañe y nos extrañe un par de días, quizá me haga falta tu sexo en los ratos de calentura y quiera saber si aceptas un café conmigo para charlar pero sé que no querrás, que no estarás listo y aunque no comprenda tu necesidad de no verme estaré al margen; caminado por la vida esperando que uno de estos días le hagas un guiño a nuestro café.


Tampoco diré que no te olvidaré; ambos sabemos que vendrá otra gente, vendrá otra historia y otros cuerpos que borraran huellas y otras formas que darán formas nuevas y harán huellas nuevas.Después de un tiempo tal vez lleguemos a nombrarnos sin asombro, sin pena ni gloria para darnos cuenta que habíamos olvidado que nos olvidamos y entonces quizá en ese momento puedas perdonar que esta noche me vaya.

Charlando(me) tomo un café

¿Pedirás un café? ¿Otro café? ¿Tampoco habrá comida hoy? ¿Qué harás? ¿Pedir otro café y salir a fumar? ¿Cuándo volviste a fumar? ¿Cuándo volviste al eterno silencio y las noches de insomnio?

No tienes que hablar, vos y yo hemos aprendido a convivir en eternos silencios, en largas temporadas sin mirarnos a los ojos aunque nos veamos de frente cada mañana ante el espejo con los labios sellados, la mirada extraviada y los pensamientos lejanos. No digas nada, has aprendido bien el arte de callar cuando tienes que pronunciar y la evasión es tu mejor cualidad. No, no me hagas esa cara, no tienes que engañarme a mi, yo te conozco aunque te calles y te adivino detrás de esa sonrisa de casting barato - como diría una de esas paradójicas canciones que te gustan- no me engañes a mi, no me mientas, no nos mientas.

¿Qué dirás ahora? Ya lo sé, dirás que estás bien, que nunca has estado mejor, que la vida te sonríe y que has aprendido importantes lecciones ¿En serio has aprendido? ¿Qué has aprendido? Qué puedes aprender cuando caes y te levantas de forma mecánica, cuándo se trata de acomular experiencias vacías que no te llevan a ninguna parte, cuándo aprendes las lecciones hoy para olvidarlas mañana, cuándo sencillamente pasas por la vida sin dejar que nada te toque. Eso es, sonríe con los ojos enardecidos por las lágrimas que contienes y muerde tus labios para no reventar, quizá ahora encuentres una excusa para tus esporádicas depresiones y tengas en este desastre un motivo para sacar de tu cajonera esas ideitas tuyas de suicidarte, esas con las que te manipulas. Si querida, uno aprende a manipularse, uno también se chantajea.


Entiendo que no quieras hablar, ya te dije, no tienes que hacerlo. ¿Te duele la vida? No, tu le dueles a la vida.

Pasa... (nos) pasa

Pasa que yo fumo / sos alérgico

Pasa que tomo café / vos bebes té


Pasa que grito / vos fruncís los labios


pasa que río a carcajadas / sos de sonrisa fabricada en casas de cortesía


pasa que vivo de colores / vos vivís a blanco y negro

Pasa que reviento / vos te contraes


Pasa que insulto / vos te callas


Pasa que improviso / vos caminás sobre planos firmes


pasa que no te quiero / vos quererme quieres ... ... ...








viernes, 4 de marzo de 2011

La ausencia te normaliza

Mejor conmigo (Sin ti)

Te he visto, me has mirado y ambos hemos disimulado cuánto nos sorprende el encuentro. Ha pasado tanto tiempo; conviví tanto con tu fantasma que no sé exactamente cuando fue que me abandonaste. Ya sé que no esta bien decir que me "abandonaste", suena lastimero y además te deja bastante mal. Ya no importa. Qué hermoso estás, me pregunto si piensas que yo también me veo bien, que fue un error haberte ido, que de estar conmigo no te habrías perdido tanto. Preguntas cómo me va, respondo con torpeza y miento sobre algunas situaciones; exagero sobre lo que va simplemente bien y le resto importancia a lo que va mal, no quiero darte detalles de la ausencia, que no sepas cuántos vacíos tuve que llenar cuando ya no estabas y cuántos planes se quedaron trazados sobre la mesa de nuestro futuro incierto. Tus manos largas y huesudas se mueven en el aire mientras hablas; me cuentas de esa vida sin mi y siento como voy perdiéndome entre tu voz y tus labios. Los mismos labios que comprimí con los mios, los que me besaron tanto, los que recorrieron mi cuerpo y succionaron mi sexo; los que tanto prometieron, los que tanto mintieron y los que sellaste para no hablarme cuando nada iba bien y nada hiciste para repararlo.
Te recuerdo mientras te miro, recuerdo eso que eras conmigo y lo que yo fui contigo ¿Lo recuerdas también? ¿Piensas en mí alguna tarde cuando llueve a cantaros y sientes frío? ¿Alguna vez te has sorprendido distraido pensándome y has sonreído? ¿El sexo de otros te hace añorar el amor hecho conmigo? No supiste nunca lo mucho que le hiciste a mi vida, te fuiste sin tomar nada de lo que quise darte, sin escuchar una de mis palabras, sin sentirme como yo te sentí.
Me miras y adivino tu nostalgia, tienes ese brillo de tristeza en tus ojitos cafés, hasta parece que te duele sonreirme y descubro que soy yo quien te sigue, que soy yo quien te observa y no te deja desviar la mirada al costado o agachar la cabeza un tanto avergonzado. Estás tan hermoso que no noté a simple vista ese aspecto desgastado y cansado que en realidad tienes. Me da miedo pensarte mal, imaginar que has vuelto a decaer, que bajaste la guardia y que estás de regreso al submundo donde te encontré cuando te conocí. Cuántas ganas de protegerte, cuánto deseo abrazarte y llevarte a casa para curar las heridas del cuerpo y del alma pero algo pasa; dentro, hay algo que se ha roto para siempre.
Niño, pequeño bastardito de mis afectos, mal de mis males pasados, yo te miro y no te reconozco. Algo ha cambiado, algo se ha roto para siempre.
- Te extraño - te escucho decir entre dientes y no te enfrento porque sé que esperas una respuesta que no tengo para darte. Me recuerdo sin ti; las muchas noches que no estabas en tu lado de la cama y yo te busqué entre sollozos, las horas muertas dedicadas a tu imagen, mi cuerpo penetrado por otro cuerpo que me recordaba al tuyo sobre mi, las muchas enfermedades que sobrevinieron por la debilidad, mis ganas sin ganas, mi fatalismo existencial y ese dolor que sentí durante tanto tiempo atravesándome el pecho, el alma y la vida.
Estás atento a mi, tus ojos se llenan de lágrimas que te niegas a derramar y aprietas la mandíbula conteniendo la impotencia. Me extrañas ¿Qué significa eso? ¿Me extrañas? ¿Dónde? ¿Te duele? Muestrame dónde y cómo es que me extrañas porque te escucho decirlo pero no te lo creo.
Quizá mentí un poco sobre mi presente, maquillé mis nuevas realidades y obvié las pequeñas desgracias del día a día pero estoy mejor conmigo, sin ti. En las mañanas ya no te busco entre los rostros de la gente, cuando me sorprendo pensando en ti sólo sonrío porque te he perdonado, cuando sin querer tropiezo con algún objeto que olvidaste no lo oprimo contra mi pecho pensando que así te siento un poco, ya no me acuesto pensando si duermes solo o con alguien más; la comida ha vuelto a gustarme, la salud ya no se quebranta y cuando siento frío un saco de lana me basta; dejé de pensarte, de extrañarte, de preguntarte. Con la ternura que aún me inspiras te miro, me encojo de hombros y me despido con un beso en la frente sintiendo la certeza de que sencillamente ya no te amo.