lunes, 23 de mayo de 2011

Charlando(me) tomo un café

¿Pedirás un café? ¿Otro café? ¿Tampoco habrá comida hoy? ¿Qué harás? ¿Pedir otro café y salir a fumar? ¿Cuándo volviste a fumar? ¿Cuándo volviste al eterno silencio y las noches de insomnio?

No tienes que hablar, vos y yo hemos aprendido a convivir en eternos silencios, en largas temporadas sin mirarnos a los ojos aunque nos veamos de frente cada mañana ante el espejo con los labios sellados, la mirada extraviada y los pensamientos lejanos. No digas nada, has aprendido bien el arte de callar cuando tienes que pronunciar y la evasión es tu mejor cualidad. No, no me hagas esa cara, no tienes que engañarme a mi, yo te conozco aunque te calles y te adivino detrás de esa sonrisa de casting barato - como diría una de esas paradójicas canciones que te gustan- no me engañes a mi, no me mientas, no nos mientas.

¿Qué dirás ahora? Ya lo sé, dirás que estás bien, que nunca has estado mejor, que la vida te sonríe y que has aprendido importantes lecciones ¿En serio has aprendido? ¿Qué has aprendido? Qué puedes aprender cuando caes y te levantas de forma mecánica, cuándo se trata de acomular experiencias vacías que no te llevan a ninguna parte, cuándo aprendes las lecciones hoy para olvidarlas mañana, cuándo sencillamente pasas por la vida sin dejar que nada te toque. Eso es, sonríe con los ojos enardecidos por las lágrimas que contienes y muerde tus labios para no reventar, quizá ahora encuentres una excusa para tus esporádicas depresiones y tengas en este desastre un motivo para sacar de tu cajonera esas ideitas tuyas de suicidarte, esas con las que te manipulas. Si querida, uno aprende a manipularse, uno también se chantajea.


Entiendo que no quieras hablar, ya te dije, no tienes que hacerlo. ¿Te duele la vida? No, tu le dueles a la vida.

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