martes, 2 de agosto de 2011

Mientras caigo

Desciendo ahora. Voy cayendo dentro de mi constantemente sin caer, sin sentir el sacudon de mi cuerpo liviano destrozándose contra el pavimento y sin lograr detener las confusas imágenes. ¿Dónde voy ahora? ¿He caído? ¿En qué abismo he caído para caer una y otra vez? No duele, no pesa el cuerpo y siento que nada en en el mundo me pertenece y que tampoco yo pertenezco a un todo. Esta sensación no la reconozco, este sentimiento no sé cómo nombrarlo y estas lágrimas que corren por mis pálidas mejillas no me mojan.

Veo los rostros de mis hermanos; sus rostros de tiempos mejores, escucho el eco de esas risas que celebraban días eternos de fiesta y la manera en cada uno de ellos me miró por última vez. Veo a mi madre en la mesa de la cocina repitiendo las mismas anécdotas que le ayudaban a recordar mi difusa niñez, recuerdo sus labios delgados sobre mi frente en aquel beso de la despedida y la frase de cada salida pidiéndole a la virgen que fuera conmigo ¿Acaso iba conmigo aquella mujer desconocida? No lo sé, de ella no tengo recuerdos.

Ahora es oscuro todo. Ahora ya no veo nada en medio del aleteo de sombras; todo es complejo y hace frío. Pero hay murmullos, hay voces diminutas en mi cabeza, hay pequeños demonios que susurran y ríen entre dientes apretados, repiten frases que amigos pronunciaron en parte de este pasado que se cae conmigo ¿Y sus caras? ¿Sus sonrisas?¿Sus miradas falsas y verdaderas? No están ahora mientras caigo, sólo sus palabras repetidas por falsificadores, por duendes del olvido y destierro.

¿Qué siento? ¿Qué duele cuándo nada duele?¿Qué se espera cuando la esperanza ha huido? ¿Qué miedos preceden a la falta de miedo? ¿Cuáles ganas quedan cuándo las tuyas se hostigaron? ¿A qué mirada recurres cuando se ha cerrado el mundo? ¿Qué futuro esperas cuándo se ha muerto tu pasado y el presente ya no es tuyo? ¿Qué vida vives cuándo te ha arrasado la muerte?

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